Sientes la cera tibia sobre tu piel, solo unos pocos grados por encima de tu temperatura corporal, y sabes que el resultado será perfecto. La temperatura es suficiente como para abrir el poro, pero sin alterar la circulación ni dañar los capilares. Todo está controlado.
De repente, vuelve toda la suavidad y te ves tan guap@ como deseabas. Ahora sí, ¡estás list@ para todo!